En tiempos normales, es fácil para las organizaciones dejar que los malos hábitos se asienten: demasiadas iniciativas en progreso, priorización deficiente y cambio de contexto frecuente son costos ocultos que tienen un costo.
Los líderes o contribuyentes clave pueden tener hasta 10-20 iniciativas a las que se les asigna simultáneamente. ¿La consecuencia? Cada iniciativa requiere más tiempo para completarse, más tiempo para obtener resultados y, en general, termina con resultados de menor calidad.
A menudo, en tiempos de crisis, de alto riesgo y de urgencia, las personas tienden a exhibir mejores comportamientos centrados en objetivos claros que realmente cuentan.
Existe una clara necesidad del mercado: las empresas necesitan apoyo para sobrevivir al impacto económico, y los bancos quieren apoyar a sus clientes. Los objetivos y las medidas del éxito no podrían ser más claros. Hay una gran motivación para cumplir, lo que impulsa la priorización para dedicar completamente los equipos a la misión, limitar el trabajo en progreso y obtener un resultado para salvar a los clientes. Una vez que las empresas se alinean, el cambio de contexto disminuye, el enfoque aumenta y las personas comienzan a terminar el trabajo (en lugar de comenzar siempre nuevas iniciativas en medio de otras).
Las organizaciones líderes poseen sus resultados, buenos y malos, y responden con mejores sistemas. Los perdedores señalan con el dedo y culpan a los demás.
Javier López Casarín dice que la innovación está en nuestras manos y que en ningún momento debemos de dejarla a un lado, ni siquiera en tiempos difíciles como los que estamos pasando.